(PARTE 2) Crónica del pueblo venezolano que fue secuestrado por narcotráfico y la FARC

Por Maibort Petit
@maibortpetit

Casigua El Cubo es, definitivamente, un pueblo sin ley en el que la voz de mando la ejerce la guerrilla colombiana que actúa a sus anchas en la zona bajo la connivencia de las autoridades civiles y militares. Un territorio tomado por el narcotráfico devenido en la principal actividad económica junto al contrabando, los cuales han terminado por dar de comer a una parte de la población sumida, al igual que el resto del país, en una crispante crisis que se traduce en hambre y total desamparo.

Los elevados niveles de pobreza, el hambre y la miseria hacen que los trabajos con las mafias del narcotráfico sea una opción para la población. (foto del artista gráfico Gustavo Baüer)

En esta segunda entrega seguimos haciendo eco a las pocas voces que se atreven a contar lo que allí sucede y que es vox populi, pero todos prefieren ignorar para resguardar su vida y la de su familia. Voces, pues, que las autoridades parecen ser las primeras interesadas en mantener en silencio.


¿Cómo funcionan las organizaciones de las drogas en el pueblo?


Otro de los pobladores que accedió a conversar vía facetime fue Roberto, un colombiano que ha vivido en Casigua El Cubo por más de 20 años. Desde muy joven estuvo en contacto con las organizaciones del narcotráfico y ha podido apreciar cómo las cosas han venido cambiando. “Hoy en día —dice— el negocio se maneja de manera diferente”. En tal sentido, precisa que desde que el gobierno colombiano se vio obligado a desmantelar los grandes cárteles, “las cosas se tuvieron que hacer de otra forma. Se cambió el esquema de trabajo, la conducta de la gente involucrada y se abrieron nuevos puentes directos con la política”. Advierte que las transformaciones que se produjeron dejan claro que ni en Venezuela ni en Colombia ningún político se va atrever a combatir y exterminar la industria más lucrativa que conoce la humanidad.


— Como le digo —acota Roberto— las cosas no cambiaron para mejor. En la medida que los cárteles entraron en una etapa difícil, crearon un nuevo mecanismo de funcionamiento que los llevó a dividir los grandes cárteles en pequeñas células que son más complejas en su funcionamiento, y como tal, cuesta mucho más combatirlas. Le puedo asegurar que hoy en día la industria de la droga produce más dinero que en la época del mismísimo Escobar.


Cuenta que una parte de los cultivos se trasladaron hacia tierras venezolanas y crecieron. La gente de la industria se diseminó en organizaciones muy diminutas, donde los jefes entrenan a los empleados para que entiendan el proceso y cuiden cada uno de los detalles. Hay entrenamiento de los miembros que incluye consejos para responder —de manera eficiente— si llegan a ser capturados por las autoridades que no están colaborando con los capos y sus aliados. Es como si trabajaran en una estructura extremadamente fragmentada, donde hay un número reducido de personas que cumplen un rol específico y siempre tratan de no llamar la atención. Sobre esas personas hay un “designado” que, a su vez, debe movilizarse para comunicarse con el jefe de ruta, que sigue el mismo procedimiento para informar a su superior.


En Casigua El Cubo, al igual que en otros pueblos aledaños a la frontera, funcionan mini células de unas 5 o 7 personas que hacen negocios de menudeo con varios cárteles. Esas mini células establecen contactos con otras redes formales e informales que se juntan para hacer negocios de manera temporal, de tal manera de evitar que sean descubiertos. Se cuidan y planean estrategias tan sofisticadas y cuidadas que suelen incluir lo que en la gerencia se conoce como “un plan de negocios” en el que se establecen elementos que van desde organigramas de rutas seguras para el traslado, hasta la especialización en cada una de las fases de la industria criminal.


De hecho, existen redes que se autodenominan trabajadores independientes, que negocian con los intermediarios, montos pequeños de droga o servicios a módicos precios. Esas personas a menudo trabajan con otras redes de Colombia que a su vez se interrelacionan con las existentes en otros países, con quienes establecen convenios al estilo joint venture para hacer negocios individuales que arrojan reducidas ganancias que terminan siendo atractivas por la frecuencia de las mismas.


Una de las vías que también se usan en los actuales momentos es trabajar al mismo tiempo con varios intermediarios, quienes a su vez manejan pequeñas porciones del mercado. Los cárteles utilizan a redes independientes que venden directo a los mexicanos, quienes cuentan con la estupenda estructura para meter la droga a “la gran meca de la cocaína” que son los Estados Unidos.  


El mercado funciona de tal manera que los cárteles les venden la mercancía a otras organizaciones criminales que garantizan las rutas fronterizas. Con esta tendencia, la industria de las drogas emplea a más gente en labores de intermediación y se difumina un porcentaje de la ganancia pero, al mismo tiempo, se garantiza la complejidad necesaria para que las fuerzas antinarcóticos no logren descubrir los procedimientos que siguen los criminales que introducen la mercancía a Norteamérica. Es decir, la existencia de muchas cabezas que controlan más del 50 por ciento de la droga que entra por la frontera estadounidense, o por vía marítima, hace que a las autoridades se les haga imposible capturarlos. A su vez, la ganancia que produce la mortal mercancía, se reparte en muchas manos que pujan por mantener el bajo perfil y la lealtad como mecanismo de subsistencia.


Los jefes construyen fortalezas con fachadas poco atractivas


Por lo general, los grandes jefes se esconden en fortalezas donde disfrutan de sus grandes fortunas. Se trata de fortalezas que se encuentran bajo el cuidado de hombres armados que disfrutan de algunos privilegios. Son estructuras cuya fachada exterior luce descuidada y fea, como una vieja casa abandonada, pero que en el interior sobreabundan en lujos, caros objetos y espacios donde los capos llevan una vida llena de excesos y lujuria.

La gente calla para evitar ser acribillada. El miedo se impuso como regla en Casigua El Cubo.
La gente no denuncia ni a la guerrilla ni al narcotráfico para no ser asesinada (Foto Gustavo Baüer)

Asimismo, los jefes hacen inversiones fuera de la zona de acción. Por lo general, compran negocios pequeños, bienes muebles e inmuebles en otros estados, tratan de cubrir el manejo de los grandes ríos de dinero en efectivo con una capa de discreción, lo cual garantiza el éxito de la operación de blanqueo de capitales.


Las personas que entran a las organizaciones tienen prohibido mostrar en las redes sociales su “holgura económica”. La riqueza la deben gozar a escondidas, fuera del alcance de “los ojos curiosos”, en especial de la prensa.


El caso del excomandante de bomberos que puso en jaque a la alcaldesa



Roberto asegura que hubo un caso “que se le escapó de las manos a la alcaldesa y que le costó  su reputación con la guerrilla”. Fue la detención  y enjuiciamiento del excomandante del Cuerpo de Bomberos de Casigua El Cubo, municipio Jesús María Semprún del estado Zulia, Anthony Benito Medina Jaimes. Este funcionario de alta confianza de Lucía Mavárez, fue apresado junto a otros cuatro hombres — José Gregorio Quintana Mejía, José Orlando Lozano Achuri, Gregorio Los Santos Prado y Ernesto Luis Prieto Romero — que estuvieron vinculados con el transporte ilícito de 400 sacos de fertilizantes.


El 25 de junio de 2015 en el punto de control de Redoma El Conuco de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) ubicado en el municipio Colón, Medina Jaimes y sus cuatro acompañantes fueron detenidos y acusados por la comisión de los delitos de transporte ilícito de sustancias controladas en grado de coautoría, asociación para delinquir, inducción al soborno y peculado de uso.


En el expediente del caso dice que a las 5:00 de la tarde, Lozano Achuri y Quintana Mejía, se dirigían en dos vehículos con 400 sacos de fórmula 34-14-05 (fertilizantes) hacia la población Casigua El Cubo, cuando al pasar por el mencionado punto de control, efectivos de la GNB los detuvieron para realizar una inspección.


Durante la revisión, los militares se percataron de la referida mercancía, por lo que al interrogarlos por el destino, manifestaron que era hasta un fundo ubicado en esa población.


Los efectivos castrenses procedieron a confirmar la información, pero los dueños del predio indicaron que no tenían conocimiento al respecto.


Minutos más tarde, el excomandante Medina Jaimes se bajó de un vehículo del cuerpo de bomberos en compañía de Los Santos y Prieto Romero, y le ofreció 40 mil bolívares al funcionario de la GNB para que los dejara seguir su camino con la mercancía. Ante tal situación, los cinco hombres fueron aprehendidos y puestos a la orden del Ministerio Público.


Igualmente, se hizo público en una oportunidad el envío hecho desde Maracaibo, de fusiles y armas, y decidieron trasladarlas en las ambulancias pertenecientes a la Alcaldía del Municipio, cuya cabeza, como ya hemos referido es Mávarez.


Lo curioso del caso de Medina Jaimes —persona cercana a la alcaldesa de quien comparte muchos de sus secretos, según afirma Roberto— es que el hombre y sus cómplices fueron trasladados al Municipio Maracaibo para ser juzgados, y por las gestiones e influencias de Lucía Mavárez, el excomandante de los bomberos de Casigua El Cubo fue regresado al Municipio Jesús María Semprún para pagar su pena. “Aquí en el pueblo se le ve los fines de semana bebiendo cervezas y gozando de una libertad que sólo se explica gracias a la impunidad y al sistema de complicidad que existe entre el narcotráfico y el poder judicial”, asegura Marcos T, un exfuncionario del gobierno local a quien prometimos anonimato.


Otro testigo, Manuel, asegura ser amigo personal de Anthony. “A él lo juzgaron en Maracaibo, lo sentenciaron a 30 años de cárcel y ya está libre, porque la alcaldesa presionó para que se lo entregaran y pagará la sentencia  en Casigua El Cubo, propósito que logró. Siempre lo vemos por ahí como si nada”.


Los empleos mejor pagados


Por su parte, Juan T comenta que las mafias que contrabandean con drogas son las que más empleados tienen y mueven grandes cantidades de dinero, “a veces es tanto que se ven a muchachos con fajos de billetes en los bolsillos”.


Asegura que —inclusive— gente ligada a su familia ha trabajado para los cultivos. “Ocurre que no hay trabajo, y los que se encuentran no pagan casi anda. A mucha gente no le queda otro remedio que unirse a las mafias para no morir de hambre. Es como una oportunidad para sobrevivir a la crisis económica”.


Dice que en la actualidad los empleos mejor pagados son los de la recolección de las hojas de coca. “Ellos agarran gente del pueblo para llevarlos a Tibú, a unos 20 kilómetros de aquí. Los jóvenes son empleados por los grandes narcotraficantes que les dan comida, bebidas. Sí, todo es gratis mientras trabajan recogiendo las hojas. Muchos se quedan trabajando un mes y medio y luego los regresan y les pagan un millón de pesos al grupo, [una cantidad] que no se los ganan ni trabajando 5 años”.


— El gobierno sabe dónde están los cultivos en la zona de Tibú, los sembradíos en las áreas de Palma Diana, Coposa y las montañas. Eso lo saben aquí en Casigua todas las autoridades civiles y militares, pero nadie actúa porque forma parte de la componenda que hay para que el negocio de la droga siga su curso —advierte Juan T.


El mismo hombre cuenta que conoció a una mujer del pueblo llamada Josefina Barrera, “el esposo era jefe de una ruta [y] como no entregó el dinero fueron a matarlo a él y luego a ella. Fue espantoso, pero nadie dijo nada, ni siquiera la prensa”.


Juan T asegura que “la Guardia Nacional Bolivariana, la Policía Municipal y la alcaldía, escoltan la droga y se reparten la ruta. Eso me consta [porque lo he visto] personalmente. Los militares tienen sus rutas, los generales 24, en 3 Bocas, donde hay varias rutas. Es tanta la complicidad, que he visto cuando la alcaldía envía comida, medicamentos a los guerrilleros, y paras dentro de las ambulancias de los  bomberos”.
“La droga se lleva en las ambulancias y carros de bomberos, camiones de la alcaldía, con el apoyo de los militares”, afirma este hombre que según las fuentes consultadas se mueve en los mandos medios.


Juan T explica que las mafias usan la modalidad del sicariato para “acostar al que sobra o traiciona” (darle muerte). Comenta que a un ex-escolta de la alcaldesa de nombre José Antonio Chaparro, lo atacaron dos sicarios cuando ingresaba a su casa en el barrio Las Palmeras 2 y sin mediar palabras le efectuaron cuatro disparos. Eso ocurrió hace meses y aún nadie ha dado explicación acerca de este suceso. “Aquí es así. Nadie habla, todos ven, el miedo es la primera víctima, paraliza a todo el pueblo”.


— Chaparro me había contado —afirma— que los jefes mandaron a acostar a un grupo que trabajaba con la alcaldesa, porque se habían quedado con unos reales. Hubo un pleito grande entre dos bandos y Chaparro dejó de ser escolta de la alcaldesa y prefirió trabajar por su propia cuenta.


Desmovilizar la guerrilla colombiana


Desmovilizar a la guerrilla es una tarea muy difícil de concretar porque hay mucho dinero de por medio y, además, los guerrilleros dominan el territorio del lado venezolano desde hace muchos años con apoyo de las autoridades. 


Casigua El Cubo se ha convertido en una base de operaciones de la guerrilla desde hace muchos años, y hoy en día es clave para sostener el negocio del narcotráfico, dice Carmen, una profesora que trabajó como investigadora en la Universidad del Zulia y ahora vive en Bogotá.


Comenta Carmen, que si bien Venezuela pasó a ser el país más importante para trasladar la droga desde la zona de cultivos y producción a los puertos de embarque (aéreos, marítimos y terrestres), ahora “acá se siembra la coca y se fabrica la droga en los laboratorios que están escondidos en la montaña”.


Asegura que hay muchas personas que han muerto para cubrir a la guardia bolivariana y a la alcaldía. “Del lado de la alcaldesa —afirma— hay muchas bajas, por lo general son gente del pueblo que apuntaron al narcotráfico como vehículo para escapar de la pobreza, del hambre y de la miseria”.


“Gracias al poder que han acumulado, lograron armar un campamento donde se produce la droga, se distribuye y se coordina todo el negocio. Aquí todos saben, pero nadie dice hace nada. Aquí se ven vehículos de la alcaldía, incluyendo ambulancias, transportando drogas y nadie se atreve a denunciar por miedo a morir acribillado”, acota la docente.


Dijo que uno de los campamentos más grandes que hay en Casigua El Cubo está ubicado en la cabecera de Río de Oro, y allí se esconde el jefe de la zona que, por lo general, suele cambiar cada cierto tiempo.


La mujer asegura que el día de las elecciones presidenciales ocurridas en abril de 2013, “me consta que agarraron las máquinas de votación y se las llevaron al campamento y allí votaron los guerrilleros. Recogían gente en Quibú y otras localidades para que fueran a votar. El asunto aquí es que hay un acuerdo y mientras la guerrilla les aporta los votos, ellos deben darles cargos públicos y protección.”


Los contrabandistas hacen de las suyas en la zona


En Casigua El Cubo las mafias son variadas. Las de la droga son las más poderosas y violentas, sin embargo, las contrabandistas tiene una parte del poder y son capaces hasta de cambiar militares de sus cargos. 


Con la crisis que vive Venezuela han surgido bandas que contrabandean comida y gasolina. También hay las que se dedican al contrabando de ropa, billetes venezolanos, oro, armas, piezas de carro y otros bienes que se mueven bien en el mercado.


Carmen asegura que conoció en vida al cuñado del director de la Alcaldía de Casigua El Cubo, Jhon Sánchez. “Un día cuando se estaba estacionado frente a un mercado llegaron los sicarios y lo mataron. Nadie investigó el móvil del asesinato, porque la policía sabía que era un ajuste de cuenta por narcotráfico. Jhon Jairo Sánchez era parte de las bandas, solía andar en una moto por las calles del pueblo hasta que lo mataron frente al mercado Los Chinos. Los asesinos le metieron 10 balazos en la cabeza y en el pecho”.


Refiere que ese día el mercado estaba lleno y fueron muchos los que vieron el asesinato, pero cuando la policía del Zulia llegó y preguntó a los testigos cómo eran los sujetos que asesinaron al hombre, todos dijeron que no habían visto ni escuchado nada. Da la casualidad, advierte, que Jhon Sánchez también trabajó como escolta de la alcaldesa Mavarez y era el cuñado del director de la alcaldía, Aureliano Sierra.

La Guardia detuvo a unos guerrilleros y
 luego los soltó



Una nota publicada por el Diario la Verdad, escrita por el periodista Juan José Faría, cuenta que cuando las Fuerzas Armadas Nacionales detuvieron a 10 extranjeros por los conflictos ocurridos en la frontera. La nota refiere que las autoridades iban a determinar si existía vinculación entre estas personas y guerrilla. Se estableció, que el comandante “Abigail” sería uno de los más poderosos insurgentes en sector de Casigua El Cubo.


Más adelante el periodista cita las declaraciones de un abogado del municipio Jesús María Semprún, quien denunció que la presencia de la guerrilla colombiana en suelo zuliano es una situación vieja y un tema que todos saben, pero del que nadie habla. “Están por todos lados. Ellos son la ley. No secuestran a nadie, pero controlan todo”.


Señala que los guerrilleros llegaron al poblado desde hace algunos años. Se instalaron allí desde que el conflicto armado los obligó a dejar las selvas colombianas. “Junto con llegar les dieron cédula venezolana y está aquí, como si nada”. 


Más adelante destaca que “algunos pobladores vincularon a la alcaldesa Lucía Mavárez con los insurgentes. Pero nadie dice nada porque varios de ellos trabajan para ella y la cuidan”.


Las denuncias son variadas. Según la fuente, en Casigua El Cubo existe un sector llamado El Paseo de la Gracia de Dios, donde están varios comandantes guerrilleros en un pequeño espacio. “La presencia es tal que los pobladores saben identificarlos. Están los milicianos. Así llaman a los informantes. Ellos ven qué está pasando en el pueblo y se van a El Cruce para contarles a los comandantes”.


El principal objetivo es sembrar el terror con su presencia. Además de los pueblos más cercanos a Colombia, están en pequeñas islas que se forman en el río Catatumbo. “Allí forman cambuches y varios de ellos han sido desmantelados por el Ejército. Es allí donde encuentran los laboratorios de droga”.


La actividad económica de los guerrilleros depende del tráfico de gasolina y el traspaso de droga. “No secuestran. Ellos más bien buscan a los secuestrados, porque son los paramilitares quienes se llevan a los ganaderos. A un guerrillero se le puede contratar como sicario o para cobrar alguna deuda”, dice la reseña de prensa.


Conflictos


Entre los guerrilleros existen conflictos en los que nadie se mete. Hace un año asesinaron a la comandante “Yadira”, en El Cruce, un pueblo cercano a Casigua El Cubo. Le dieron siete balazos en la cabeza por un alijo de droga que se perdió. Un poco antes, y según la fuente, el comandante “Abigail”, con su propia arma, acribilló al comandante “Idael” y a su miliciano, “Gordo Urdaneta”, por el mismo motivo por el que asesinaron a “Yadira”. 


“En eso nadie se mete. Eso es problema de ellos. Eso no tiene nada que ver con nadie”. Pero la sola presencia crea miedo. Una profesora tuvo problemas con un vecino y bastó la visita de uno de estos insurgentes para que terminara todo. “Le dijeron que la iban a matar, así que ella perdió el pedazo de tierra que estaba peleando”, señala el reporte del Diario La Verdad.


Actividad económica


Los guerrilleros que hacen vida en la zona, custodian el tráfico de gasolina desde esa zona hasta La Pista, en el departamento colombiano de Norte de Santander. Por allí también trasladan la droga. 


“A ellos les pagan los ganaderos para que los cuiden. Son como una aseguradora. La sola presencia intimida. Nadie va a confirmar la presencia de ellos porque les da miedo”. Asegura que la mayoría de ellos, por tener cédula venezolana, tienen comercios legales y han hecho plena vida en el Sur del Lago. 


Paramilitares


Los paramilitares también tienen su presencia en la región, algunos están en Casigua El Cubo, pero hay muchos en el sector El Guayabo, en el municipio Catatumbo. A ellos sí los señalan de secuestrar a productores agropecuarios y sembrar el terror. “Los paramilitares no pasan a El Cruce y los guerrilleros no llegan a El Guayabo. “Nunca ha pasado que se matan, pero sí hay cierto respeto”. La nota del Diario la Verdad se puede leer completa aquí.


La alcaldesa no la toca nadie


Todas las personas que entrevistamos para esta entrega coinciden a que la alcaldesa, Lucía Mavarez, representante del PSUV no la ha podido mover nadie del puesto desde que llegó en 2008. Según cuentan, la alianza con la guerrilla y las mafias de la droga le garantizan su posición política.

En las elecciones de 2013 ganó con 4.544 votos, y de acuerdo a las denuncias a baja voz, una parte de esos votos vinieron de la guerrilla que tiene cédula de identidad y están inscritos en el CNE. Los candidatos que le disputaron el puesto como Gustavo Díaz o Gregorio Ramírez no consiguieron su objetivo. Las alianzas pesan a la hora de decidir quién es el alcalde de este pueblo donde reinan las mafias, dijo Jesús, un hombre que trabajó en la campaña y dice conocer la razón por la cual las elecciones son un mero brochazo de legitimación. 


En medio de este clima, Casigua El Cubo se erige como un bastión del narcotráfico al amparo del poder político y la guerrilla colombiana que, al parecer, llegó para quedarse e imponer su ley en este pueblo olvidado en los confines del sur del Estado Zulia.








4 comentarios sobre «(PARTE 2) Crónica del pueblo venezolano que fue secuestrado por narcotráfico y la FARC»

  1. Muy bueno, Maibort! La estructura que utilizan, es parecida a la que usan los mismos narcos para comprar las propiedades en US; donde tienen testaferros a los que es dificil seguirles la pista, porque manejan el dinero de las transacciones por medio de empresas creadas en el extranjero (como las Islas Virgenes), que a su vez blanquean el capital y el dinero a través de fideicomisos que los bancos documentan libremente.

  2. Muy triste siruacion mientras ue los chavistas dicen ser patriotas son parte del narcotrafic. Te recomiendo que veas el caso de El Nula y LaVictoria en Apure.
    Por otro lado espero que tu publicacion sea el gatillo que accione una accion rapida contundente y definitiva que elimine el problema

  3. Imposible que a alguien le hayan dictado una setencia de 40 años en Maracaibo….Lo maximo establecido en las leyes Venezolanas son 30 años……..

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