La Trata de personas: Un delito que en Venezuela se incrementa por la crisis económica

Sin bien la trata de personas o trata de blancas es un flagelo casi tan viejo como la humanidad misma, las circunstancias imperantes en Venezuela, la grave crisis económica y la inacción por parte de las autoridades, han propiciado que el delito se incremente, tanto a lo interno como a lo externo, dado el cada vez más grande número de personas que huyen del país buscando aliviar la situación ejerciendo el oficio más antiguo del mundo.


Por Maibort Petit
@maibotrpetit

No. Ciertamente esta no es una historia original sino tanta veces repetida que hace que la misma se convierta en una alarma social que debe ser mirada con otros ojos por las autoridades de la comunidad internacional. Existen poderosas mafias de trata de personas o trata de blancas, como también se le conoce, que desde hace décadas opera en Venezuela donde sus tentáculos están firmemente prensados y se lleva a cabo abiertamente con la venia  de los gobiernos locales y, especialmente, de los sectores poderosos de los estados Falcón, Lara, Zulia, Trujillo y Mérida. Es tal el problema de la llegada masiva de jóvenes venezolanas a las islas de Caribe, principalmente a Curazao, que se ha convertido en un asunto de discusión del gobierno local. Y es que a diario llegan a las orillas de varios puntos de la geografía curazoleña los pequeños peñeros que parten de las costas de Paraguaná, o del litoral central y descargan a las mujeres que, en muchas ocasiones, solo visten trajes de baños, para engañar a los guardacostas que vigilan la llegada de extranjeros al país caribeño.

En visita a la isla tuvimos oportunidad de conversar con dos jóvenes que llegaron a la isla por avión. Roxana fue la primera en darnos una entrevista clandestina, en un bar ubicado en una de las zonas más populares de la isla y donde trabajan muchas venezolanas, desempeñándose inicialmente como ficheras.


Una historia que se repite


Roxana nació en Maracaibo y me aseguró que la necesidad económica la llevó a salir del país.  “Esto no es un secreto para nadie, la crisis lleva a buscar solución en otra parte. No es lo más fácil pero es lo que hay”, dijo la joven de 25 años.


Roxana tiene dos niños y asegura que sus acciones buscan sobre todo conseguir dinero para poder alimentar a su familia y brindarles la seguridad económica que en Venezuela no puede conseguir.


Asimismo asegura que su familia sufrió una tragedia en Venezuela puesto que se les desplomó la casa. Eso ocurrió como a los cuatro meses de haber llegado a Curazao.


Confesó Roxana —quien es víctima de las mafias de trata— que a ella le ofrecieron venir al país  bajo engaño ya que la promesa fue un trabajo en una barra vendiendo tragos en un bar a la orilla de la playa “y aunque pensé que no todo puede ser fácil, creí que podía ser posible una [buena] oportunidad”, dijo la mujer.


“Vi que la propuesta era la única salida a mano, aunque me preocupaba mucho la seguridad que a todas estas no existe en Venezuela. Pero la realidad es que llegué a Curazao con una deuda inicial de 1.300 florines (LNG)”.


— ¿De dónde se genera esa deuda?


— La gente que te trae aquí te paga el boleto por avión desde Venezuela a Curazao, te alquila los dólares que las autoridades migratorias de la isla exigen a los venezolanos para entrar al país, te busca en el aeropuerto hasta una habitación que te arriendan por un mes y comida. Todo eso cuesta 1.300 florines que es una deuda que debes pagar como punto prioritario del compromiso de trabajo.


Dice la joven que las promesas se desinflan desde el primer día, porque si bien es cierto que cuando llegan al aeropuerto las buscan, las llevan a donde vivir pero no hay comida sino que las llevan a los bares donde tienen que “fichar”, “no te explican qué tienes que hacer ni te dan orientación alguna. Nada”.


Explica que una de las mafias de trata de blancas  más poderosa de Venezuela funciona en Punto Fijo, estado Falcón. “Esa persona te entusiasma, te dice que en Curazao se gana bien, y que ella paga el pasaje, allá nos arreglamos y en una semana sales de la deuda, al mes te puedes ir a tu casa y resuelves 6 meses en el país.”


— Una vez que llegas a la isla te das cuenta que todo es mentira. Viven 6 mujeres en una habitación donde comparten camas, baños, cocina y todo. Además te obligan a pagar el agua y el servicio de electricidad que aquí es muy costoso.


Explica Roxana que en el aeropuerto en Venezuela los  encargados de la mafia de trata de blancas les dan 1.000 dólares (alquilados) por los cuales deben pagar 100 dólares por servicio de alquiler.


Roxana no ha terminado de pagar su deuda por lo cual no ha podido liberarse de la mafia. Paralelo a ello, se ve obligada a trabajar en una barra, es ilegal.


Mariela es otra de las chicas que trabaja como fichera en el bar de Willemstad. Tiene apenas cinco meses en la isla y dice que su experiencia es diferente a la de Roxana. Nació en Coro, tiene 35 años y fue captada por una agencia en su ciudad natal.


Asegura Mariela que existe toda una organización de trata de blancas en el estado Falcón que, inclusive, coloca avisos en la prensa para captar nuevas víctimas y a muchas las transporta por lanchas desde la Península de Paraguaná hasta Curazao, arriesgando la vida de las mujeres que huyen de la aguda crisis económica que vive el país suramericano.


Explica que los lancheros transportan a personas y mercancía casi a diario. “Conozco a muchos que han tenido esa experiencia. Se montan en las lanchas, pagan a la mafia y los dejan en las costas en la madrugada o en la noche para así violar la vigilancia de los guardacostas”.


Dijo que por ahora se queda en Curazao para trabajar en el bar porque no puede regresar, puesto que en Venezuela no tiene ni trabajo ni medios para sobrevivir.


Campo Alegre un prostíbulo amparado por la ley


Situado en un lugar privilegiado de la isla de Curazao, “Campo Alegre” es una enorme edificación que alberga a mujeres que se dedican a la prostitución y que cuentan con el apoyo del gobierno local. 


A pesar de la seguridad, en nuestra visita a Curazao logramos entrar a la edificación y comprobar con nuestros propios ojos los desmanes que viven allí las víctimas las trabajadoras sexuales. Mujeres jóvenes que en su mayoría no pasan de los 30 años permanecían sentadas en las butacas que mostraban los años de uso, se resignaban a jugar con sus celulares esperando la llegada de un cliente que les permitiera junta el monto para pagar la habitación.

Para que tenga una idea de lo que ocurre en ese centro, saquen la cuenta del costo diario del alquiler de la habitación que equivale a 150 florines, más el costo del agua, electricidad, peluquería, comida, etc. Cada cliente paga un promedio de 50 florines por servicio sexual, lo que indica que -mínimo- cada mujer debe tener 3 clientes para el pago de su habitación y otros 3 -al menos- para pagar el resto y lograr algo de lucro. 

El agua es costosa y escasa por lo que cada mujer se le provee de un tobo de agua para sus necesidades, sin derecho a un segundo debido a los elevados precios. 


Aunque no logramos conversar con los administradores del lugar, supimos que en el lugar  trabajan unas 100 mujeres -aproximadamente- que cuentan con la autorización legal del gobierno y son protegidas por los servicios de salud de la isla. También nos enteramos que los clientes que suelen acudir al centro para procurar caricias caras ha disminuido en un 50 por ciento motivado a la aguda crisis económica que vive el país.


Campo Alegre cobra 3 dólares americanos para entrar durante el día y más de 15 en las noches. Por lo general los que entran son hombres. Las mujeres visitantes no son bienvenidas pero ante la ausencia de reglas escritas suelen autorizar la entrada [como fue mi caso], obviamente sin saber que era periodista.


En el centro de recreación sexual se venden  bebidas y comidas sólo en efectivo, no se aceptan tarjetas de crédito ni de debito. Las áreas sociales no tienen aire acondicionado por lo que los visitantes padecen del calor y la humedad que caracteriza el clima de la isla.



Esclavas sexuales 


Lejos de ser el lugar ideal para ganar dinero, Roxana y Mariela coinciden en que es un verdadero infierno, y que las mujeres que prestan sus servicios sexuales en ese lugar son una especie de esclavas que son obligadas a pagar todos los servicios que usan y a pelearse por los clientes que cada día son menos y más exigentes.

Roxana cuenta que cuando llegó a Curazao fue a “Campo Alegre” a buscar oportunidad. “Ellos le abren las puertas a otras mujeres un día a la semana. Fui a conocer y a informarme cómo funcionaba y fue cuando me invitaron a trabajar allí.”


Las mujeres que trabajan legalmente en “Campo Alegre” son provenientes de Colombia, República Dominicana, Puerto Rico y otras zonas del Caribe y Suramérica. “No hay venezolanas entre las trabajadoras legales”, dice Roxana y se debe a que las reglas de ese lugar fueron hechas cuando en Venezuela aún no había crisis económica y no existía el exceso de prostitutas que ha surgido en los últimos años.


Dice la gerente del bar donde trabaja Roxana y Mariela que en “Campo Alegre” no hay venezolanas porque no son aceptadas y que solo puede conseguírselas los días martes en los eventos de Ladies Night.


— A las chicas venezolanas se les propone ir los martes a conseguir clientes que suelen estar cansados de las que viven allí (Campo Alegre) y buscan algo diferente, pero que es a la vez ilegal, puesto que esas chicas venezolanas no cuentan con la autorización del gobierno para trabajar. Son ilegales y los hombres que usan los servicios lo saben.


Explica Roxana que los días martes cuando las venezolanas llegan al lugar y consiguen clientes, deben alquilar una habitación por 50 florines a las mujeres que viven en ese lugar, o salir del recinto para irse a otros hoteles de la zona.


Refiere que “Campo Alegre” es un lugar donde hay unas cien mujeres que están obligadas a pagar 50 florines diarios por la habitación, aunado a los servicios de electricidad y peluquería.


— Para colmo, no hay servicio de agua con regadera en los baños y a cada mujer le dan un tobo de agua por día y deben usarlo de una manera cuidadosa, porque no pueden pedir más.


Como son tantas las mujeres que hay, deben pelearse por los clientes, lucir extremadamente sexys para poder captar la atención de los visitantes y así poder ganar dinero.


Cuenta Marina, la gerente del bar, que en una oportunidad fue de paseo y con ella se embarcaron tres muchachas que trabajaban en “Campo Alegre”, y allí supo que deben pagar 1.000 florines de multa si llegan tarde al lugar de trabajo. “Ellas pueden salir desde la mañana hasta las 6 de la tarde. Si llegan luego de esa hora están penalizadas y deben pagar el monto de la multa”.


¿Regresar a un país en ruinas?


Las mujeres que son captadas por las mafias están obligadas a pagar hasta el último centavo de florín para poder lograr su libertad. Con deuda no es posible salirse, y por lo general las deudas se hacen impagables por lo que son abusadas de manera reiterada.

Conversando con Roxana al respecto, la mujer dijo que aún mantiene la deuda con la mafia que la llevó a Curazao. “No es fácil pagarla” aseguró. Dijo que a pesar de ello tiene previsto regresar a Venezuela.
“Tengo que ir porque la persona que tiene a mis dos hijos también quiere inmigrar a Colombia y no lo ha podido hacer, justamente, por estar cuidando a mis niños. Yo voy a resolver, aquí estoy ilegal, no puedo mandar a buscar a mis hijos porque ellos no tienen pasaporte, mis padres no pueden viajar y el padre [de los niños] está muerto”.


La mujer asegura que regresará a Curazao, aunque sea en lancha, o se irá a otro lugar, porque definitivamente en Venezuela no se puede vivir con la hiperinflación que acaba con cualquier salario que pueda pagar la empresa privada o el mismo gobierno.


Roxana confiesa que se siente mal cuando piensa en lo que hace, pero luego de reflexionar siente que ella no lo hace porque le gusta, sino por necesidad. “A nadie le gusta dejar a su país, llevándose una maletica, yéndote a un lugar donde te van a humillar, a vivir mal para ganarse algo para mantener a la familia. Aquí así no me quiera vestir con ropa corta, lo tengo que hacer para llamar la atención de los hombres”.


— Si no me visto sexy ningún hombre me va a fichar, no me va a invitar a un trago y yo gano por trago. Se debe llamar la atención del cliente, estar casi desnuda y, a veces, prácticamente rogarle que se acueste contigo. A nadie le gusta eso pero es lo que hay que hacer para ganar dinero para mandarle dinero y la comida a nuestros hijos.


Mariela confirma que al igual que Roxana debe hacer lo posible para atraer clientes que le permitan ganar el sustento de sus hijos. No es fácil, no es una situación deseada, sino una triste realidad que nos ha tocado vivir con la crisis económica que se vive en Venezuela.


Una historia de todos los días


Lo que cuentan Roxana o Mariela, es una historia de todos los días, un mismo cuento que se repite una y otra vez, tal vez con algunas variantes o una pequeña diferencia entre una narración y la otra, pero prácticamente siempre se trata de lo mismo. Mujeres que huyendo la precaria situación que se padece en Venezuela, optan por la prostitución en otras latitudes puesto que ejercer en el país tampoco es negocio, “allí todos están en crisis” y no hay mucho que buscar porque, sencillamente, casi no hay nada que conseguir.


Lo peor es que, como cuentan estas mujeres, lo que encuentran está muy lejos de ser el paraíso o la panacea. Un círculo vicioso las arropa, una deuda que se vuelve eterna, y la cual es casi imposible de cancelar por lo que se vuelve un “contrato a perpetuidad” del que pocas pueden librarse.


Pero hay excepciones, tal es el caso de Belfimar, una muchacha de Punto Fijo que logró escapar de una red de trata de blancas en la isla antillana.


La historia de Belfimar fue reseñada por el portal falconiano Cactus24. Allí, Ben-Hur Camacho, Finlandia de Camacho y Benfilca Camacho —padres y hermana de Belfimar— narraron la historia de esta joven que se fue a Curazao desde el aeropuerto “Josefa Camejo” acompañada de un hombre de apellido Hernández que le ofreció conseguirle trabajo como mesonera a través de una pareja de “amigos”, dueños del restaurante “Bandera Grill”.


“La estudiante de quinto semestre de Derecho en una universidad de Punto Fijo, que no pudo inscribir este semestre por razones económicas, quiso aprovechar la oportunidad de vivir por un tiempo en la isla caribeña y ayudar a su familia. Desde que pisó Curazao, la joven de 20 años mantuvo frecuente comunicación telefónica y comentó a su mamá que la pareja de curazoleños le habían asignado una habitación muy cómoda, pero no se ocuparon de ofrecerle comida. La muchacha también le comentó a su familiar, con extrañeza, que el domingo la dueña del restaurante la cambió a otra habitación pero lo que le causó suspicacia fue que el local tenía espacios utilizados para otro tipo de entretenimiento para adultos, por lo que no quiso quedarse en el lugar”[1].


Lo cierto fue que Belfimar contó con la suerte con que no cuenta la mayoría de las mujeres que acude a la isla a prostituirse, bien con conocimiento de causa o engañadas por hombres como “Hernández”.


Belfimar, al constatar que había sido víctima de un engaño escapó del sitio, cuyos propietarios la denunciaron y la acusaron de haberles robado 2 mil dólares.


Cuando la muchacha le contó estos hechos a su progenitora, esta le advirtió que debía buscar la manera de salir del restaurant, un consejo que Belfimar siguió al pie de la letra y, en cuanto tuvo la oportunidad, “le contó a un cliente lo que estaba sucediendo y éste acudió a la estación policial más cercana al local. La joven logró salir del negocio con la ayuda del ciudadano quien buscó dos agentes policiales, la puso en resguardo con una familia venezolana que intenta establecerse en la isla y la llevaron hasta la estación policial el pasado sábado 15 para que enfrentara la denuncia del supuesto robo de los dos mil dólares”.


Debido a este caso,  las autoridades policiales de Curazao capturaron a la pareja propietaria del restaurant “Bandera Grill”, así como también un policía que estaba presuntamente involucrado junto a los dueños del local en el tráfico de personas desde la península de Paraguaná hasta la isla, reseñó posteriormente Cactus 24, que agregó que para el momento de la publicación “Belfimar Camacho se encuentra retenida en un sitio secreto en condición de testigo bajo la protección de las autoridades, y sus familiares declararon que está recibiendo buen trato por parte de las autoridades y del consulado venezolano quienes facilitaron el viaje de su padre hacia la isla para gestionar el regreso de la joven a Venezuela”[2].


Telesur también informó 13 febrero 2017 que la Policía Nacional de Panamá rescató a 37 mujeres de diversas nacionalidades, entre ellas, venezolanas (también colombianas, dominicanas, nicaragüenses y panameñas), en un centro de diversión nocturno y una residencia, ubicados en La Chorrera, a 32 kilómetros al oeste de Ciudad de Panamá, las cuales eran víctimas del delito de trata de personas


La oficial de la Dirección de Investigación Judicial (DIJ) de la Policía Nacional, Doris Geng, informó que “se detuvo a dos colombianas y una dominicana supuestamente vinculadas con la explotación de las mujeres. Un arma de fuego fue decomisada durante los allanamientos junto con su respectivo proveedor y municiones sin detonar, así como dinero en efectivo que se presume es producto de actividades ilegales”[3].


Pero todas estas acciones sólo son pequeños pasos que se dan frente al vertiginoso avance que experimenta esta actividad delictiva.


En la lista negra


A juicio de algunos, estas acciones de Venezuela son tan pocas que merecen incluir al país en listas negras por estimar que prácticamente no se hace nada por atacar la trata este delito.


Es el caso de Estados Unidos, cuyo gobierno, por tercer año consecutivo incluyó a Venezuela en su listado de países que no hacen lo suficiente para combatir el tráfico de personas.


“En la ‘lista negra’ del informe anual del Departamento de Estado de EE. UU. sobre el tráfico de personas en el mundo, publicado hoy, vuelven a aparecer este año Venezuela, Belice, Rusia, Corea del Norte, Irán y Siria, entre otros. ‘El tráfico de personas es, lamentablemente, tan antiguo como la humanidad. Nuestra esperanza es que el siglo XXI sea el último siglo con tráfico de personas’, dijo el secretario de Estado de EE. UU., Rex Tillerson, en el acto de presentación del informe”[4], reseña una nota de El Cooperante del 27 de junio de 2017


Una acción que fue rechazada por Venezuela a través de un comunicado emitido el 29 de junio de 2017 al advertir que el “referido informe, constituye una valoración sin rigor técnico internacionalmente reconocido, y que el mismo es promovido como matriz mediática que persigue politizar el tema con el fin de calificar a países, según su afinidad, con las instituciones y la agenda política del gobierno emisor del referido informe” y, por considerar que Estados Unidos “continúa entre los países con mayor número de casos de Trata de Personas en el mundo, tanto de nacionales como de extranjeros, sometidos a abusos sexuales y trabajo forzoso”[5].


Fronteras adentro


Pero la trata de personas no opera únicamente más allá de las fronteras venezolanas, pues también en el país esta es una realidad de la que da cuenta el portal Caraota Digital en un reportaje publicado el 28 septiembre de 2017[6] y en el cual se refiere que el narcotráfico, la trata de personas y los asesinatos, son el día a día de la prostitución.


En el trabajo se reproducen las declaraciones de Yonatan Matheus, director de la Asociación Civil Venezuela Diversa, quien advierte que “en Venezuela una persona trans solo tiene dos opciones: o es peluquera o trabajadora sexual”, esto debido a la ausencia de políticas de estado inclusivas que protejan a estas personas de “las vejaciones a las que tienen que someterse”.


El activista hace mención a un informe presentado por la ONG que dirige ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (Cidh), donde se evidencia que “entre 2013 y 2015 hubo 21 muertes: 19 mujeres y 2 hombres gays. 73% de ellos menores de 34 años, situación que generó gran alarma en la organización”.


Por sus denuncias, Matheus debió salir de Venezuela por la amenaza de fue objeto por parte de bandas dedicadas a la trata de personas, las cuales aseguró que “se han fortalecido con el paso del tiempo, porque cuentan con el respaldo de funcionarios policiales, quienes cobran vacunas por los favores recibidos (…) El tráfico de drogas es el principal negocio de estas bandas. Los jefes de estas organizaciones delictivas usan a sus trabajadoras sexuales como narcomulas, algo grave, pero que cuenta con el respaldo de funcionarios policiales porque ellos son beneficiados. Ellos tienen acceso a la cocaína, heroína, popper y marihuana”.


“La trata es un problema grave, que se repite y con mucha frecuencia. Las líderes de las bandas reciben muchos beneficios por participar en estos delitos. Últimamente se ha escuchado mucho cómo la prostitución de venezolanos en otros países se ha incrementado y esa es la respuesta. En gran parte, son bandas delictivas las que están detrás de eso”, sentenció Matheus en el portal.


Allí también se lee un extracto del informe de la CIDH presentado en 2015 el cual reza: “De acuerdo con un estudio hemerográfico realizado en 13 estados venezolanos, habrían ocurrido 99 crímenes de odio por la orientación sexual, identidad de género y expresión de género entre enero de 2009 a agosto de 2013. La CIDH recibió la información que hubo un incremento del 55,56% de los asesinatos motivados por la orientación sexual, identidad de género y expresión de género en lo transcurrido del año 2013 (de enero a agosto de 2013) en relación al año anterior. Asimismo, un total de 53 amenazas y ataques contra personas LGBTI habrían ocurrido en Venezuela entre enero de 2009 y agosto de 2013″.


Venta de seres humanos


Aunque advierte que la publicación es sólo la traducción de un texto que reproducen y el cual no necesariamente refleja la opinión ni las políticas del organismo, la página de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC por las siglas en inglés de United Nations Office on Drugs and Crime) da cuenta que “la trata de personas es un problema mundial y uno de los delitos más vergonzosos que existen, ya que priva de su dignidad a millones de personas en todo el mundo. Los tratantes engañan a mujeres, hombres y niños de todos los rincones del planeta y los someten diariamente a situaciones de explotación. Si bien la forma más conocida de trata de personas es la explotación sexual, cientos de miles de víctimas también son objeto de trata con fines de trabajo forzoso, servidumbre doméstica, mendicidad infantil o extracción de órganos”.


Refiere que la ONU en el año 2000 aprobó a través de su Asamblea General la “Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional y el Protocolo de las Naciones Unidas para Prevenir, Reprimir y Sancionar la Trata de Personas, especialmente Mujeres y Niños, que complementa esa Convención y que entró en vigor a fines de 2003. En su calidad de único instrumento jurídico internacional que aborda la trata de personas como delito, el Protocolo es el instrumento primordial de que se dispone para prevenir y combatir la trata de personas, proteger y ayudar a las víctimas y promover la cooperación entre los países a fin de hacer frente a ese delito. Si bien hasta junio de 2012 ya había 150 Estados parte en el Protocolo, y pese a que existe un grado considerable de compromiso político, la aplicación del Protocolo por parte de los Estados es aún muy desigual”.


Allí se define la trata de personas como “la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación. Esa explotación incluirá, como mínimo, la explotación de la prostitución ajena u otras formas de explotación sexual, los trabajos o servicios forzados, la esclavitud o las prácticas análogas a la esclavitud, la servidumbre o la extracción de órganos”[7].


En el escrito de la UNODC se advierte que pese a que los países miembros han incorporado el contenido del protocolo a sus legislaciones nacionales. El delito aumenta exponencialmente y los esfuerzos por combatirlo continúan siendo mínimos.


“La forma más común de trata de personas descubierta por las autoridades nacionales es la perpetrada con fines de explotación sexual. Se calcula que, de todos los casos de trata registrados a nivel mundial en 2006, el 79% correspondió a esa modalidad, en tanto que, al parecer, el 21% restante de las víctimas fue objeto de trata con fines de trabajo forzoso u otras formas de explotación. Cabe observar, sin embargo, que esas cifras no son definitivas y pueden estar distorsionadas, habida cuenta de la importancia y visibilidad de algunas formas de explotación, en comparación con otras. Por ejemplo, puede ser más fácil descubrir a trabajadoras sexuales que son víctimas de la trata que a trabajadores de granjas o fábricas que han sido objeto de trata. Por otra parte, puede tenerse la impresión errónea de que los hombres no son víctimas de ese delito, lo que distorsiona aún más los coeficientes. Según datos más recientes, ha aumentado el número de casos descubiertos de trata de personas con fines de trabajo forzoso y otras formas de explotación”, reseña la página.


En tal sentido, advierten que la trata de personas no debe ser considerada únicamente una responsabilidad de las autoridades, sino de la sociedad en general. “Los ciudadanos comunes pueden ayudar a combatir ese delito siendo conscientes del problema y asegurándose de que la penosa situación de las víctimas no pase inadvertida”.


Se recomienda que las personas se mantengan alertas y denuncien a la policía cualquier caso que les resulte sospechoso. Advierte que la ciudadanía debe informarse acerca de lo que autoridades nacionales y organizaciones no gubernamentales hacen para combatir este flagelo.


“Usted y sus amigos pueden sumarse a la Campaña Corazón Azul contra la trata de personas, dirigida por la UNODC, visitando el sitio www.unodc.org/blueheart. Esa iniciativa internacional actúa sensibilizando a la opinión pública acerca de la difícil situación de las víctimas y obteniendo apoyo político para perseguir a los delincuentes involucrados en la trata de personas. La Campaña Corazón Azul también está en Twitter (http://twitter.com/BlueHeartHT) y Facebook (www.facebook.com/BlueHeartHT)[9].


Pero entretanto, la acción de justicia se hace sentir, la conciencia de las personas las convierte en entes activos contra este flagelo, pero sobre todo, mientras la crisis económica, política y social de Venezuela no sea superada, casos como los de Roxana y Mariela seguirán repitiéndose y llenado las calles del mundo de mujeres que huyen del país para vender su cuerpo con la esperanza de sacar a los suyos de este atolladero en el que país está sumido desde hace casi veinte años.

2 comentarios sobre «La Trata de personas: Un delito que en Venezuela se incrementa por la crisis económica»

  1. Hasta donde ha permitido el régimen tirano de Maduro, que no se tenga el m{as mínimo respeto a la dignidad humana, más aun cuando se trata de mujeres.

    1. Ramón, será que Maduro las manda para allá, aquí muchas muchachas venden helado, mango, tomate, pan, chuchería y no tienen que prostituirse. Será que ellas le cuentan a sus padres que se van o será que le mienten y saben a que van y se quejan cuando se consiguen que no todo es como se lo pintan. La facilidad Ramón, la golilla. Se que la vida está dura pero todavía se pueden hacer muchas cosas para conseguir el sustento.

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