Juicio del Chapo: Testigo de la fiscalía pone en jaque a Joaquín Guzmán Loera

Por Maibort Petit
@maibortpetit

Este lunes, al iniciarse la quinta semana del juicio que se le sigue el corte federal de Brooklyn a Joaquín Guzmán Loera prestó su testimonio el testigo por la fiscalía, Tirso Martínez Sánchez, aseguró que el acusado era la cabeza del Cartel de Sinaloa y que tenía como asociado a Ismael ‘el Mayo’ Zambada.
Martínez Sánchez, quien se declaró culpable de cargos de narcotráfico y ahora es testigo de la fiscalía, explicó al jurado, cómo el cartel transportaba el dinero de regreso a México e hizo mención a sus encuentros con ‘el Mayo’ Zambada y la guerra entre Vicente Carrillo y ‘el Chapo’.

Ante el juez, los fiscales, el jurado, periodistas y público asistente a la sala del tribunal, Tirso Martínez Sánchez describió con minuciosidad sus estrategias y modus operandi para manejar la ruta del contrabando para el cartel entre los años de 2000 y 2003, tiempo en el que habría enviado cocaína a Nueva York, Chicago y Los Ángeles camuflada en vagones cisterna usados para el transporte de aceite vegetal.

Por cierto, que el juez de la causa, Brian Cogan, llamó la atención de los miembros del jurado para solicitarles fijar su atención en lo acontecido en el proceso judicial. “Necesito que mantengan sus ojos abiertos, quédense con nosotros”, les pidió al tiempo que les admitió que él -en algunas oportunidades- cerraba sus ojos para concentrarse, pero desconocía si el jurado hacía lo mismo con similar objetivo, por lo que los instó a fijar su atención en el juicio.

Martínez Sánchez, conocido también con los alias de “El Futbolista”, “El Mecánico” o “El Ingeniero”, explicó al tribunal las diversas maneras cómo transportaba y distribuía los miles de kilos de cocaína que obtenía principalmente de carteles colombianos, para darles entrada a territorio estadounidense a través de las fronteras de California y Texas por vía terrestre, mediante el uso de trenes, tracto camiones y otro tipo de vehículos.

Comentó que los ingresos obtenidos de su actividad como narcotraficante “lo gasté en propiedades, casas, caballos, peleas de gallos, juegos de azar, equipos de fútbol, vehículos, autos”, agregando que según sus estimaciones perdió “entre USD 2 y USD 3 millones” en las peleas de gallos.

Entretanto, las personas a su servicio en Nueva York —continuó Tirso Martínez— dirigieron sus ganancias a la compra de relojes y diamantes en Manhattan, que luego enviaban de regreso a México. El testigo calcula que sus trabajadores habrían gastado entre un millón de dólares y un poco más de esta cantidad.

Agregó que también se llevaron de contrabando unos USD 6 u 8 millones en efectivo en automóviles escondidos en compartimientos ocultos.

Refirió el testigo de la fiscalía que los dividendos del narcotráfico en la ruta del tren de Nueva York le habrían engrosar sus cuentas en una cantidad que oscilaría entre los 15 y los 20 millones de dólares.

En su relación con el Chapo Guzmán, Tirso Martínez sostiene que solamente ganaba entre el 10 y el 15 por ciento de lo que lograban embolsarse el propio Guzmán Loera,  El Mayo y Vicente Carrillo.

Martínez Sánchez dijo que unos veinte cargamentos —de entre 1.400 y 1.700 kg de cocaína cada uno— fueron enviados a los Estados Unidos a través de trenes, una ruta diseñada por él que funcionó entre 2000 y 2003. Aseguró que el 30 por ciento de esta droga llegó a Nueva York.

Remembró que su primer encuentro con Joaquín Guzmán Loera tuvo lugar a mediados del año 2001, una cita en la que el acusado le consultó cuántos vagones tenía disponibles para realizar los envíos y aunque en realidad se trataba de seis u ocho vagones, Alfredo Vásquez, con quien Martínez Sánchez se reportaba directamente, le dijo que eran entre 40 y 60 vagones.

Este primer contacto entre ambos narcotraficantes ocurrió luego de que Guzmán Loera escapara de prisión. Narró que él y su jefe fueron trasladados a una cabaña ubicada en las afueras de Ciudad de México, en el camino a Toluca. Contó que durante el trayecto los encapucharon para que no pudieran ubicar el sitio de reunión.

Contó que le refirió este encuentro al líder del cártel de Juárez, Vicente Carrillo, y “se enojó mucho. Dijo: ‘Este imbécil, quiere ignorarme”.

Carrillo le habría ordenado a Martínez Sánchez no acudir al encuentro sin su autorización.

Cuando los lugartenientes de Joaquín Guzmán contactaron nuevamente a Tirso Martínez para concretar un envío de 3.600 kilos de cocaína a Chicago, el testigo le advirtió que tenía que pedir permiso a Vicente Carrillo, a lo que el enviado del Chapo respondió: “Bueno, mierda, el transporte es nuestro”. Entonces envió la carga sin avisar a Carrillo y tomó 400 kilos como pago.

Tirso Martínez Sánchez subrayó que el Chapo Guzmán se sentía orgulloso de haber “inventado” la ruta del tren que usaban para transportar la droga.

También contó que en ocasiones llegaron a camuflar los cargamentos de droga entre los zapatos y las cajas que los contenían.

Entonces se refirió a las incautaciones de que fueron objeto y contó que en una oportunidad Vicente Carrillo le advirtió a él (a Tirso Martínez) que El Chapo Guzmán estaba enojado por tres  decomisos de que habían sufrido y, en tal sentido le dijo “agárrese porque Patas Cortas está enojado”.

“Patas cortas” era un apelativo con el que se referían al Chapo, quien estaba iracundo por haber perdido millones de dólares por las incautaciones en Brooklyn, Chicago y Queens. De este sobrenombre, el Chapo no tenía conocimiento pues se le decía a sus espaldas.

Luego de esto, Joaquín Guzmán habría ordenado crear nuevas rutas pero, entonces Tirso Martínez Sánchez, ya quería retirarse, “no quería seguir trabajando con ellos, era mucha presión”, manifestó ante el jurado.

Tirso Martínez dijo que el Chapo le había pedido ayuda para enviar 200 kilos de cocaína a Los Ángeles, un trabajo que el testigo ofreció hacer gratis pese a que tarifa normal para entonces era de USD 200 por kilo. Manifestó que “realmente quería trabajar con él en cantidades más grandes. Sabía que ganaría mucho más dinero que solo los USD 200 por kilo que le cobraría en esa ocasión”, dijo.

Igualmente, Tirso Martínez dijo que también se reunió dos veces con El Mayo Zambada, quien había apadrinado a Vicente Carrillo, jefe de la organización en la que se desempeñaba el testigo para ese entonces. La primera vez fue en una casa en Coahuila.

Explicó que Vicente Carrillo y Mayo Zambada querían un informe sobre el progreso de una nueva ruta de envío de cocaína a Nueva York. Como se tardó en su tarea, transcurrido un mes, recibió una llamada de Carrillo en la que le refería que el Chapo “pregunta cuándo carajo vas a tener lista Nueva York'”.

Expuso que luego de 4 o 5 meses, fue convocado a otra reunión con El Mayo en la que también estuvo presente la esposa de Zambada, Patty, apodada “Puppy”.  Ambos condujeron a Tirso Martínez a una casa en las afueras de la Ciudad de México indicándole que necesitaban “aclarar algo”. Allí lo acusaron de engañar a Mayo con un cargamento en el que habían cambiado los kilos “de mercancía buena a mercancía mala”.

Cuando Martínez Sánchez llegó al lugar del encuentro se percató de que había personas armadas en todas partes: “Mayo Zambada comenzó a insultarme de inmediato. Me preguntó por qué había cambiado su mercancía por él”.

La respuesta de Tirso Martínez fue no saber de lo que le estaban hablando y agregó que entonces Mayo Zambada le respondió: “No actúes como si fueras un estúpido. Me diste 311 kilos que no son buenos”. El testigo narró que Mayo le apuntó con un arma directamente a la cara.

Narró que su relación con Vicente Carrillo lo salvó: “[El Mayo] dijo que no voy a matarte porque mi ahijado me dijo que no te hiciera nada”.

Tiempo más tarde, Tirso Martínez llamó a Carrillo para contarle lo sucedido con Mayo Zambada, un hecho que causó gracia al segundo: “Ese es mi padrino, es un gilipollas'”. Aceptó recibir buenos kilos de El Mayo pero negó haber tenido problemas con el envío.

El testigo del gobierno hizo referencia a un conflicto surgido entre Chapo y Vicente Carrill, explicando que se encontraban “en guerra, se estaban matando”, una disputa en la que el Mayo se puso del lado del acusado por encima de su ahijado. Contó que no quería elegir entre uno y otro, pues su deseo era dejar de trabajar para los carteles.

Ante el jurado, Tirso Martínez Sánchez admitió haber matado a algunas personas y dijo que en más de una ocasión envió sicarios para amenazar a quienes le debían dinero.

Dijo que siguió traficando drogas y que se había acercado al hermano mayor de los gemelos Flores, para que le suministrara cocaína. “Dijo que confiaba en nosotros, vendemos mucha mercancía en Chicago”. Puntualizó que habitualmente recibían entre 500 y mil kilos para envíos.

Contó finalmente, que una de las bodegas de llegada de los trenes estaba ubicada en Nueva Jersey pero fue descubierta, por lo que decidieron trasladarla a Queens en Nueva York, una estrategia, diseñada por el Chapo, quien se empeñaba en que se supiera que la idea era suya.

‏Tirso Martínez Sánchez volverá al estrado este martes para continuar con su testimonio.

El expediente criminal de Martínez Sánchez

Tirso Martínez Sánchez fue procesado por la corte federal de Brooklyn, Nueva York, tras ser extraditado el 17 de diciembre luego de su arresto en México el 2 de febrero de 2014, donde enfrentó cargos como jefe de un cartel internacional de la droga que importó decenas de miles de kilogramos de cocaína a los Estados Unidos desde el país azteca camuflados dentro de vagones comerciales y remolques de tractores.

Al momento de su detención, sobre el líder del cartel pesaba una orden de arresto provisional emitida por el Distrito Este de Nueva York.

A Martínez Sánchez se lo señalaba—de acuerdo a lo que reza la acusación en su contra y otros documentos judiciales, de liderar una organización transnacional de importación, distribución y transporte de narcóticos responsable de la importación y distribución de decenas de miles de kilogramos de cocaína que principalmente eran suministradas de fuentes colombianas.

Este hombre luego de estar en posesión de la droga colombiana organizó su importación a los Estados Unidos, objetivo que lograba a través de una elaborada red de transporte de trenes, remolques de tractores y otros vehículos. Cuando la cocaína ingresaba al territorio norteamericano la labor de Martínez Sánchez se enfocaba en dirigir su transportación por tierra a grandes centros de distribución, incluidas algunas áreas ubicadas en las áreas metropolitanas de Los Ángeles, Nueva York y Chicago.

Martínez-Sánchez dirigió a los miembros de su organización para coordinar la logística de almacenamiento de la cocaína en los depósitos de la organización, para luego distribuirla a clientes y distribuidores en Nueva York y en otros lugares de los Estados Unidos, incluidos California e Illinois.

Para lograr hacerse de los almacenes en territorio estadounidense, Tirso Martínez se valió de una red de grandes almacenes adquiridos o rentados a través empresas de fachada.

La investigación de las autoridades reveló que Martínez Sánchez también supervisó la recaudación de los ingresos de la organización por la venta de cocaína en los Estados Unidos. Una vez vendida la droga, las ganancias se recolectaban y eran almacenadas en los depósitos de la organización. Las averiguaciones también determinaron que este hombre invirtió una considerable cantidad de los dividendos obtenidos de la su actividad criminal en la compra de equipos de fútbol profesional y una cadena de boutiques de ropa de alta gama. Otra parte de las ganancias se dirigió a los propios instrumentos de la organización, como la compra o el arrendamiento de almacenes, vehículos y negocios de fachada.

La actividad de Martínez Sánchez abarcó, aparte de los negocios de su propia organización, el transporte y distribución de cocaína para los miembros de otros cárteles mexicanos de la droga, incluido el Cartel de Sinaloa, encabezado por Joaquín “El Chapo” Guzmán e Ismael “Mayo” Zambada; el Cartel de Juárez, dirigido por el Vicente Carillo-Fuentes y el Cartel de Beltrán-Leyva, dirigido por los hermanos Arturo, Héctor y Alfredo Beltrán-Leyva.

A Tirso Martínez Sánchez, los agentes de la ley le incautaron aproximadamente 500 kilogramos de cocaína de una residencia en Deer Park, Nueva York; unos 2.000 kilogramos de cocaína de un almacén en Brooklyn, Nueva York; más o menos 2.000 kilogramos de cocaína escondida dentro de un vagón de ferrocarril en Queens, Nueva York; aproximadamente 1.100 kilogramos de cocaína de un almacén en El Paso, Texas; y unos 1.900 kilogramos de cocaína de un almacén en Chicago, Illinois.

El caso de Tirso Martínez Sánchez fue procesado por la Sección Internacional de Estupefacientes y Lavado de Dinero, estando a cargo de los fiscales federales adjuntos Steven L. Tiscione y Erik D. Paulsen[1].

Citas

[1] United States Department of Justice. U.S. Attorney’s Office. Eastern District of New York. “artel Leader Extradited From Mexico To The Eastern District Of New York To Face International Cocaine Trafficking Charges”. 18 de diciembre de 2015. https://www.justice.gov/usao-edny/pr/cartel-leader-extradited-mexico-eastern-district-new-york-face-international-cocaine

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