¿Qué se pueden esperar de la reunión de la OEA ?

Por Maibort Petit
@maibortpetit

La expectativa crece cada día que se aproxima la cita en que la Organización de Estados Americanos, OEA, pondrá sobre el tapete las crisis que padece Venezuela. El interés surge en torno a saber si el encuentro continental de cancilleres en Washington DC logrará alguna contribución efectiva para aliviar el padecimiento que viven millones de venezolanos en la actualidad.

Todos se preguntan qué alcance puede tener una resolución de la OEA o, por el contrario, una voz de apoyo al régimen de Nicolás Maduro que pudiera elevarse en el seno del encuentro diplomático. Cualesquiera que se la decisión a adoptar, ¿influirá en una posible solución a la grave crisis económica, política y social que sufre el país?
Se trata de un asunto complejo cuya respuesta va más allá de un simple “sí” o “no”.

Pero independientemente de cuál sea el resultado del cónclave diplomático, servirá para que el mundo pueda conocer la dimensión de la crisis que acogota a los venezolanos en una dimensión mucho más exacta que aquella maniquea surgida de las manipulaciones propagandísticas del gobierno de Maduro.


Del mismo modo, el encuentro permitirá establecer los alcances que la diplomacia del régimen venezolano tiene entre los países miembros de la Organización de Estados Americanos en la actualidad. 

Igualmente, podrá evaluarse el liderazgo que ejerce el secretario general de la OEA, Luis Almagro, en la región, dado que ha invocado la aplicación de la Carta Democrática Interamericana al gobierno venezolano. 

Asimismo, la reunión de cancilleres americanos servirá para determinar el papel y alcance que el actual gobierno de Estados Unidos tiene, o pudiera tener, en la búsqueda de una solución pacífica y democrática a la crisis de Venezuela, al tiempo que ayudaría a medir la influencia estadounidense en la región.

El reto de Almagro

El secretario general de la OEA elaboró un informe sobre Venezuela que será sometido a discusión y análisis, debiendo votar los países las consideraciones que Luis Almagro ha formulado sobre la crisis, especialmente aquellos aspectos referidos a la violación de los derechos humanos por parte de la administración de Nicolás Maduro. 

Almagro estima que las condiciones —dada la extrema gravedad de la situación — impone la aplicación de la Carta Democrática. Sin embargo, por lo que ha podido observarse, no cuenta con los votos suficientes para aprobar la aplicación del referido instrumento.
De cualquier manera, e independientemente de que el informe de Luis Almagro sea aprobado o no, el encuentro muy seguramente le dará un impulso determinante al diálogo en Venezuela entre el gobierno y la oposición representada en la Mesa de la Unidad Democrática, MUD.

La propuesta de Almagro se tropezó con todas las maniobras que el gobierno de Nicolás Maduro ha hecho, ayudado por los regímenes continentales aliados del chavismo. Cabe subrayar especialmente el viraje que la posición argentina experimentó de un enérgico espaldarazo a la aplicación de la Carta Democrática Interamericana a Venezuela formulada por un Mauricio Macri presidente electo, a la guabinosa posición del Macri en funciones de jefe de estado, y su canciller, Susana Malcorra, que ahora promueve una edulcorada propuesta de diálogo promovida por el gobierno de Maduro. Proposición que excluye la realización del referendo revocatorio este año cuando verdaderamente sería efectivo. 

Y es que el diálogo es un mecanismo excelente para la resolución de conflictos —eso sí— cuando es mediado por individuos, organizaciones, instituciones o países, auténticamente imparciales y no comprometidos con ninguna de las partes. No es el caso de los mediadores propuestos por el gobierno de Nicolás Maduro, a saber, la Unión de Naciones Suramericanas, UNASUR, ampliamente ligada al chavismo desde sus orígenes. Tal organismo de ninguna manera puede generar la confianza indispensable con que debe contar el rol mediador en la oposición venezolana. También los expresidentes, José Luis Rodríguez Zapatero (España), Leonel Fernández (República Dominicana) y Martín Torrijos (Panamá). Han sido presentados por la administración de Maduro como mediadores.

Cambio de panorama

Sin duda el gobierno venezolano movió las fichas de manera efectiva y agresiva, logrando así revertir la adversa imagen con que llegó a la reciente reunión de la OEA en República Dominicana.
Nicolás Maduro y su representación diplomática maniobraron de tal manera que lograron revertir la posición inicial negativa con que asistió a Santo Domingo. De hecho, la cancillería en manos de Delcy Rodríguez logró, no solamente abortar los apoyos que tenía la propuesta de invocar la Carta Democrática a Venezuela, sino que consiguió también que el secretario de estado de Estados Unidos, John Kerry, se sumara, aunque de manera tímida, a la propuesta de diálogo patrocinada por el gobierno venezolano.
En lo que sí no transigió  Kerry fue en excluir la posibilidad de que el referendo revocatorio contra Maduro se celebre este año. 

Pierde fuerza
Previo al encuentro en Santo Domingo, la propuesta de Luis Almagro perdió peso. La invocación de la Carta Democrática Interamericana se ha ido desvaneciendo frente a otras propuestas diplomáticas que suman adeptos conforme pasan los días.

No ha sido poco el lobby que ha hecho el gobierno venezolano. La arremetida de la cancillería venezolana trastocó el panorama inicial y ha puesto las fichas de su lado en el tablero, sumando apoyos al diálogo dulcificado que lideran los aliados de Nicolás Maduro.

La proposición de Luis Almagro —muy seguramente— no contará con la alzada de brazos suficientes para aprobar la invocación de la Carta Democrática que suspendería a Venezuela como país miembro de la OEA. Esto, pese a que hay evidencias suficientes e irrefutables de que la administración de Maduro viola los derechos humanos y el libre ejercicio de la democracia.  

Por ello, los esfuerzos deberán dirigirse hacia impulsar en Washington DC otros mecanismos diplomáticos que permitan convencer al régimen de Nicolás Maduro de aceptar la realización del referendo revocatorio presidencial este año como una fórmula para bajar las tensiones y darle una solución política y constitucional al conflicto venezolano. 

El pueblo de Venezuela aguarda por el apoyo a una salida que ponga fin a un régimen oprobioso que ha devastado la economía y ha minado los recursos públicos con una corrupción, delincuencia e impunidad descarada.

¿Qué está por venir?
Hay varios escenarios planteados:
Que el gobierno de Estados Unidos, uno de los principales financistas de la Organización de Estados Americanos, presione al resto de los países miembros para que apoyen la realización del referendo revocatorio este año sin más trampas ni obstáculos. En tal sentido, podría prosperar esta posición anunciada por John Kerry en República Dominicana.

Si bien ya está casi sentado que no se apruebe el informe de Luis Almagro que propone la invocación de la Carta Democrática Interamericana a Venezuela, tampoco el propósito del gobierno de Maduro de destituir al secretario general verá luz.

El gobierno venezolano no transigirá a la realización del referendo este año y seguirá usando al Consejo Nacional Electoral como un instrumento político para obstaculizar y frenar la consulta. En todo caso aceptaría a llevarlo a cabo en 2017 cuando perdería efectividad, pues dejaría al chavismo en el poder hasta 2019. Sin embargo, la oposición venezolana seguirá insistiendo y presionando para vencer todas las trabas y artimañas impuestas por las rectoras chavistas del CNE. De hacerse en 2016 la consulta y revocarse el mandato de Maduro, tendrían que convocarse nuevas elecciones presidenciales para el primer trimestre de 2017.

Si el diálogo gana adeptos, el único favorecido sería el gobierno de Nicolás Maduro. Esta propuesta frena el referendo revocatorio.
Las presiones de Delcy Rodríguez lograron la inclusión en la agenda del Consejo Permanente de la OEA de la intervención de los mediadores gubernamentales en la sesión, a saber, José Luis Rodríguez Zapatero (España), Leonel Fernández (República Dominicana) y Martín Torrijos (Panamá), así como la vocería de la Unasur.

Para el jueves está planteado —si la embestida de la cancillería y la misión diplomática de Venezuela en el organismo no logra torpedearlo— que el presidente de la Asamblea Nacional, Henry Ramos Allup, a petición del secretario general de la OEA, Luis Almagro, intervenga ante el Consejo Permanente. El gobierno de Maduro batalla para impedir, incluso, la salida del parlamentario del país.

Otro logro de la canciller Delcy Rodríguez —aparte de impedir la aprobación de la Carta Democrática— fue convencer a la representante de Asuntos Exteriores de la Unión Europea, UE, Federica Mogherini, de apoyar al gobierno de Nicolás Maduro en su iniciativa de diálogo con la mediación de los expresidentes Zapatero, Fernández y Torrijos.

Ya lo hemos dicho en otras oportunidades, en política no hay nada seguro hasta que pasa. Ya veremos qué le depara a Venezuela esta semana llena de discusiones, triquiñuelas, trampas y algunas acciones de muy buena voluntad.