Por Maibort Petit
@maibortpetit
El cártel
El hermano del narcotraficante mexicano, Ismael ‘el Mayo’ Zambada, testigo presentado por la fiscalía en el juicio de Joaquín ‘el Chapo’ Guzmán apareció en la sala del juez Brian Cogan vestido con su uniforme azul de prisionero y una camisa naranja. Llamó la atención que llevaba unos anteojos oscuros y tenía una protuberancia en el cuello, que a ciencia cierta no se sabía si era un tumor. Hablaba con soltura y cuando el juez le preguntó si podía reconocer al acusado dijo de inmediato que Guzmán estaba vestido con una camisa y corbata lila. De inmediato pasó a responder las preguntas de la fiscalía, explicando cómo funcionaba -al menos hasta el 2008- el cártel de Sinaloa.
Jesús Zambada García tuvo una carrera criminal como narcotraficante por más de 15 años. El hombre dijo frente a los jurados que era el encargado de hacer la contabilidad del cártel con los clientes de la organización en los Estados Unidos.
Cuando describió los detalles de las ganancias por la venta de cocaína que el cártel de Sinaloa compra a los carteles colombianos, entre los que destacó el cártel Del Valle al mando de ‘Chupeta’, el testigo explicó que para disminuir el riesgo por posibles pérdidas de capital, los líderes sinaloenses habían acordado asociarse y pagar pequeños montos que generaban grandes ganancias cuando las operaciones eran concluidas con éxito.
De acuerdo a los destinos de las drogas las ganancias en efectivo de los narcotraficantes subían o bajaban, al igual que los riesgos. Así señaló como ejemplo que un envío a Los Ángeles se vendería a un valor en la calle de $ 20,000 por kilogramo, a lo cual debía excluirse los costos de transportación de la misma que sumaban unos $ 7,000,00 por lo que si se concretaba la operación las ganancias por la venta de unos 15,000 kg serían $ 13,000,00 por kilogramo. Lo que generaba un total de ganancias de unos $ 195 millones para el cartel que implicaba un monto neto de $ 39 millones para cada uno de sus inversionistas.
También puso el ejemplo del mismo monto del envío de cocaína a Chicago. En este caso, los costos de transporte de 15.000,00 kilogramos de droga subían a $ 9,000 por kilo pero destacó que el precio en la venta en la calle era más alto, $ 25,000,00 por kilogramo, de modo que «las ganancias serían $ 16,000 por kilo, lo que indicaba $ 16 millones por tonelada, con un beneficio de $ 48 millones por inversionista».
En Nueva York la cosa era diferente porque según el testigo es un mercado muy complejo, donde la policía está más activa y por ello las ganancias serían exorbitantes. Explicó que en la Gran Manzana los costos de transporte son iguales que en Chicago, $ 9,000 pero un precio de venta de $ 35,000,00. Una operación exitosa -dijo- genera ganancias de $ 26,000 por kilo», lo que implicaría unos $ 26 millones por tonelada, con ganancia por inversionista de $ 78 millones», es decir, unos $ 390 millones para el cártel en beneficio neto si se completa exitosamente un envío.
Zambada García explicó al jurado y al juez que las ganancias del cártel durante el tiempo que él era contador eran de «Billones» y que ese dinero era retornado a México para ser invertido en nuevos envíos de drogas que tenían como único destino a los Estados Unidos.
Según Zambada García la droga que vende el cártel de Sinaloa viene de Colombia en diversos transportes que van desde aviones pequeños y medianos, barcos de pesca y barcos mercantes. Comentó que una vez que la droga llega a México, a unas millas de la playa de Cancún y otras ciudades, se recoge a través de una cadena humana y se lleva en transporte terrestre que llevan contenedores de gas, «camiones con pipas» para ser llevada a la frontera de E.E. U.U.
Afirmó que las pipas de gas tenían compartimentos especiales para meter la cocaína y con ese mecanismo se evitaba que en caso de detención y revisión sería muy difícil encontrar la cocaína por el olor del gas.
Zambada García parecía un personaje de telenovela, con un acento marcado explicaba directamente lo que le preguntaba los fiscales. Comentó que el objetivo del cártel de Sinaloa era controlar el mercado, para lo cual ofrecían a sus clientes servicios y una amplia cantidad del producto, que iba desde cocaína, heroína, marihuana y metanfetaminas que se hacían con productos exportados de los países asiáticos.
También se tomó el tiempo para explicarle al jurado cómo hacían la cocaína y la heroína, esta última producida en México a raíz de las flores de amapolas.
Acotó que el cártel ofrecía los servicios necesarios para que el producto llegará al cliente y esa era una de las razones por las cuales se había consolidado la organización.
Los periodistas que estuvimos presentes en la sala observamos el lenguaje no verbal del testigo y del acusado. Durante una parte del interrogatorio Guzmán lo miraba fijo, y se acomodaba la corbata que parecía estorbarle. Luego, parecía interrogarlo y en un momento, cuando Zambada García pasó a su lado, lo miró fijamente y movió la cabeza en señal de afirmación y el ‘Chapo’ respondió con un gesto de desconcierto y miró hacia la audiencia.
Por su parte la esposa de Guzmán, Emma Coronel estuvo presente en toda la audiencia, vestida con un pantalón negro ceñido al cuerpo y una chaqueta y blusa de terciopelo gris que moldeaba sus curvas. Muchas veces mostraba síntomas de aburrimiento, jugada con su larga cabellera negra y con sus uñas. La joven mujer miraba a su esposo a ratos, y en varias ocasiones sonrió y compartió con él miradas cómplices. Cuando concluyó la sesión respondió parcamente que no sabía si estaría presente en todo el juicio, mientras escapaba del salón una vez que Guzmán fue llevado por los aguaciles de la corte fuera del ojo público.
Este jueves 15 de noviembre, y el 3 día del juicio se continúo con la testificación de Zambada García quien continúo con la explicación sobre el funcionamiento del cártel.
Seguiremos informando…