Resultados Elecciones Parlamentarias de Venezuela 2010:

Un poder exabrupto que no tiene reglas

Por Maibort Petit


El proceso electoral que se está realizando en Venezuela en los actuales momentos, tiene varias aristas que permiten realizar un diagnóstico de lo situación que vive el país, y del nivel de espacio que le queda a la democracia, en una nación aplastada por el populismo autoritario y la ambición de poder de Hugo Chávez.


Primeramente, hay que destacar que las instituciones democráticas venezolanas han sufrido una enorme transformación desde 1998 hasta la actualidad. Dicha transformación ha traído consigo la implementación de métodos autoritarios que incluyen un control de la toma de decisiones en una sola mano. La designación de personas adeptas al gobierno, sin preparación y sin escrúpulos para cumplir funciones públicas, ha dejado de manifiesto que el gobierno chavista no mantiene ningún respeto a las normas establecidas, y que viola todas las leyes si las mismas obstaculizan el cumplimiento de los objetivos del régimen que busca implantar un modelo político y económico de carácter socialista-comunismo, ampliamente rechazado por los venezolanos en diversas oportunidades.


Si estamos claro entonces que las instituciones democráticas del país están salpicadas de autoritarismo y permanecen bajo el control férreo del Ejecutivo, estamos hablando-sin duda alguna- que sin una base institucional transparente y confiable, cualquier evento que se produzca esta sesgado y desde el inicio “manchado” con la desconfianza. En los países donde el presidente es el único que decide, cuesta creer que haya procesos electorales limpios y creíbles. Para que unas elecciones sean democráticas, los participantes tienen que confiar en el árbitro, y las reglas del juego deben ser aceptadas por todos, y además los ciudadanos deben tener claro que los métodos usados son respetables. Si entendemos que los rectores del Consejo Nacional Electoral han dado muestras clara de su servilismo, de su absoluto compromiso con la revolución y su ciega admiración a su líder y le manifiestan delirio y un absurdo culto a la personalidad.


Con estos acólitos rectores del CNE cuesta mucho creer que en Venezuela haya elecciones libres y transparentes. Puesto que no puede haber confiabilidad en un sistema donde los árbitros se visten de rojos, y llaman al Jefe “Mi comandante “.


Segundo, no hay ni equilibrio ni balance alguno en un sistema electoral ni en las autoridades que permiten que el jefe de Estado abandone sus funciones de servidor público, gaste los recursos del tesoro nacional, sin que exista ningún otro poder que controle dichos gastos y le ponga un freno a los actos de corrupción que se generan en gastar dinero de partidas presupuestarias en otros asuntos, o simplemente crear partidas para lograr provecho político para el mismo gobierno. El uso del dinero de los venezolanos para cubrir la campana del oficialismo es un delito de salvaguarda que no es penalizado, sencillamente porque en Venezuela no existe justicia, ni control de ninguna naturaleza. Esa acción del chavismo de apropiarse de los fondos del Estado para pagar los gastos de sus actividades, comprar consciencias, y apoyos es ilegal, corrupta, antiética e inaceptable en los países civilizados.






Tercero, el uso del monopolio de los medios por parte del chavismo es vergonzoso e intolerable. Hugo Chávez posee el control absoluto de casi un 90 por ciento de todo el espectro mediático del país, en tanto que la oposición solo tiene acceso a un tercio del mismo. El desbalance y el desequilibrio que se observa en el manejo de la propaganda es obsceno. Altamente discutible es la posición que, sobre este respecto, han tenido los supuestos rectores quienes en cada una de sus declaraciones dejan clara su complicidad con el régimen.






Cuarto, la manipulación y alteración del padrón electoral venezolano es absolutamente inaceptable. Para nadie es un secreto que en Venezuela  el registro electoral ha sido abultado y rediseñado a solicitud de Hugo Chávez. Son tantas las irregularidades encontradas en la data electoral, que es los mismos funcionarios del régimen han sido incapaces de fabricar una respuesta convincente cuando les ha tocado explicar muchas de las denuncias señaladas. Sin un padrón electoral confiable, no puede haber elecciones libres y transparentes.


Quinto, el uso de la violencia durante el proceso electoral protagonizada por los círculos bolivarianos motorizados es inaceptable. Estos grupos violentos, que conforman el brazo armado ilegitimo del gobierno, han actuado a lo largo y ancho del territorio nacional durante todo el día con una libertad que deja pasmado al más crítico de los observadores del proceso. La impunidad de los círculos bolivarianos y de los adeptos al gobierno es clara, en tanto que los miembros del Plan Republica y de la Fuerza Armada solo actúan en contra de los opositores y dejan a sus anchas a los violentos círculos bolivarianos para que amedrenten a los votantes, usen armas de fuego, acorralen con sus motocicletas y con tiros a los candidatos del MUD, evitando que los mismos ejerzan su derecho al voto, y  la libre circulación.


Sexto, hacer campana el día de las elecciones. Hugo Chávez en rueda de prensa al momento de votar violó una vez más las leyes que prohíben hacer propaganda a favor de ningún candidato durante el desenvolvimiento de las elecciones. Chávez, sin el mayor pudor, mandó a votar por los candidatos del régimen y ningún rector, o miembro de la fuerza armada hizo llamado alguno para condenar la violación cometida por un funcionario público.






A pesar de todo, los venezolanos participaron ampliamente en las elecciones parlamentarias para escoger los diputados que conformaran la nueva Asamblea Nacional, y hasta el cierre de esta nota, todo parece indicar que esa instancia (que en las democracias respetadas, representa al poder legislativo, pero que en caso venezolano, es un mero símbolo para disfrazar el absoluto control del poder en las manos de Hugo Chávez), tendrá una conformación más plural y democrática que la anterior. Esa nueva composición del poder legislativo obligará al régimen a asumir una conducta diferente. O permite que las voces opositoras lleguen a la AN para legislar y controlar o arremete en su contra, para lo cual ya ha dejado conocer su Plan b, que no es otro que darle mayor poder a las comunas y reforzar el juego del parlamentarismo de calle, que le arrebataría todos los poderes a la AN, convirtiendo ese cuerpo “legislativo” en un cascaron vacío, en un espacio meramente simbólico.


Vamos a esperar a ver qué pasa en las horas que vienen… Por los vientos que soplan la noche será larga y la espera llena de angustias….animo pues y mucho café